“Hacer las cosas mecánicamente” es la única manera de describir mi vida antes del retiro del Proyecto Raquel. Asistía a la misa, pero no me sentía “digna” de estar allí. Rezaba, pero sentía que Dios me había dado la espalda. Como tuve unas pérdidas fetales, creí que era mi castigo por haber abortado dos veces.

¡Qué equivocada estaba! Fui al retiro y, aunque estaba asustada y nerviosa, encontré sanación, amor, y un perdón profundo. De estas tres cosas, la sanación es la que más sobresale. Si vuelves al pasado, te acuerdas de cosas, pero sientes el amor y cariño del personal y ayudantes, y te sientes tan protegida por ellos.

Nunca me olvidaré de lo que sufrí con mis abortos, y aunque a veces todavía lloro por mis bebés, me siento digna del amor de Dios y de su perdón, y me siento con la cabeza erguida durante la misa los domingos, sabiendo que merezco estar ahí.

Para cualquier persona contemplando asistir a un retiro del Proyecto Raquel, solo puedo repetir el eslogan de Nike que dice: Hazlo. Nunca te arrepentirás de tu decisión y te convertirás en una persona sana y mejor.
— Anne
Mi historia se trata de la gran compasión, el perdón y la sanación que recibí a través de la Iglesia Católica. Para los que dicen que la Iglesia Católica está haciéndoles guerra a las mujeres, yo les digo “Lean aquí.”

Soy una mujer católica. Mi esposo y yo tenemos cuatro hijos. Voy a la misa todos los días, me confieso dos veces al mes, y soy muy activa en mi parroquia. También, yo tuve un aborto.

El aborto es la vergüenza secreta llevada por un gran número de mujeres católicas. Si creemos las estadísticas, tres de cada diez mujeres sentadas en la misa con nosotros, han tenido un aborto. Esa fue una estadística chocante para mí.

Mi aborto fue hace 30 años. Las circunstancias no fueron inusuales: el anti-conceptivo falló, no había apoyo familiar, muy bajos ingresos, ningún apoyo espiritual, y era nueva en el área. Francamente no vi ninguna otra salida. Tampoco sabía que mi decisión de tener un aborto me afectaría por el resto de mi vida.

No le dije nada a nadie. Solo mi novio (ahora mi esposo) y yo sabíamos. Aunque estaba asistiendo a la misa en esa época, no me estaba confesando. Después caímos en una iglesia de la diócesis de Arlington, una buena amiga me llevó a hacer mi primera confesión después de 25 años. Confesé el aborto, y me sentí bastante bien, y seguí con mi vida. Pero, todavía llevaba dentro de mí, mi vergüenza secreta, y no pasaba un día que no pensaba en lo que había hecho. Me sentí como una impostora, viviendo esta gran vida católica, pero con este horrible pecado en mi pasado. No puedo describir completamente la profundidad de la vergüenza que sentía. El día de la Marcha por la Vida, y el Día de la Madre, eran siempre los peores días del año para mí.

No fue hasta que tuvimos un sacerdote en la parroquia que organizó servicios de sanación que se me ocurrió hablarle a alguien sobre el asunto. Este sacerdote era mi confesor regular y ya estaba trabajando conmigo para que yo reciba la sanación de unas heridas de mi niñez. Fue después que oró por mí, en un servicio de sanación, que el Espíritu Santo puso en mi corazón que debería hablarle a él sobre el aborto. Me tomó todo mi coraje, y fue una conversación muy dolorosa… Estaba yo bastante segura que no solo me iba a echar de su oficina, sino que también de la Iglesia. Había leído yo esas examinaciones de conciencia que indican que el aborto es un pecado que resulta en la excomunión.

Eso no fue lo que ocurrió. Mi sacerdote fue increíblemente bondadoso, suave y muy compasivo. No fui condenada ni juzgada. El sintió alivio al saber que ya había confesado el pecado años atrás. Después sugirió que yo asista a un retiro del Proyecto Raquel. Creí que él estaba loco. ¿Aparecerme yo en un retiro de mujeres que habían abortado? ¡Entonces todo el mundo conocería la vergüenza que había mantenido en secreto!

Creo que mi sacerdote siguió rezando mucho por mí, porque un año y medio después, fui a un retiro del Proyecto Raquel. Fue una de las mejores decisiones de mi vida. Si eres una mujer que ha abortado, recomiendo muchísimo estos retiros. Había ocho mujeres en el retiro, y eran de todas edades, y diferentes caminos en la vida. No solamente no fuimos juzgadas ni condenadas, sino que nos trataron como si fuésemos reinas. Fue una linda experiencia, con el afectuoso saludo en la entrada, los regalos, y el tratamiento tan bondadoso del sacerdote que dirigió el retiro. Con la ayuda del personal del Proyecto Raquel, hice grandes avances en mi camino hacia la sanación, y ahora siento más paz de lo que he sentido después de muchos años.

A través de todo esto, mi confidencialidad fue asegurada, y hasta ahora, nadie sabe que fui al retiro sino que el personal del Proyecto Raquel y mi sacerdote.

Espero que el compartir mi historia anime a otras mujeres a levantar el teléfono y llamar a Jo en la oficina del Proyecto Raquel (703-841-2504) o a mandar un e-mail a info@helpafterabortion.org y registrarse para un retiro. Recibirás sanación, perdón, y esperanza a través de este ministerio de la Iglesia Católica.
— Participante anónima
El retiro del Viñedo de Raquel (RVR) jugó un papel clave en la sanación mía respecto al aborto. Estaba muy nerviosa y aprehensiva sobre si asistir a un fin de semana del RVR, mayormente porque sabía que estaría lidiando con emociones y memorias suprimidas muy dolorosas. Tenía miedo de compartir mi experiencia con gente desconocida. Todas mis preocupaciones y aprehensiones desaparecieron pronto después que empezara el retiro. No sentí más que amor y aceptación del equipo de RVR, de las otras participantes, y sobre todo, de Jesús, durante el retiro entero.

Me dieron la opción de compartir mi historia en grupo y encontré que fue muy terapéutico, porque fue la primera vez que pude hablar de mi experiencia con un grupo que comprendía lo que había atravesado, porque ellas también lo habían atravesado. Pude lamentar por primera vez mi bebé, y enfocar en seguir el proceso de la sanación. El fin de semana RVR fue una de las mejores cosas que he hecho por mí misma. Siento que un gran peso ha sido levantado de mis hombros y finalmente puedo (después de 10 años) seguir adelante con mi vida. Mi proceso de sanación no ha terminado, pero estoy segura que estoy bien encaminada.
— Amy
Tantas de nosotras que hemos tenido abortos hemos luchado por años para encontrar donde ir con todo el dolor y angustia que nos ha dejado esto. Nunca pensamos que un acto trágico podría resultar en la tremenda soledad y pena con que nos hemos quedado. Deberíamos haber estado acurrucando a nuestros niños en nuestros brazos, cambiándoles los pañales, y disfrutando la fragancia de sus cuerpitos recién bañaditos.

Nunca nos hubiéramos imaginado cuan duro sería estar sin ellos. Nunca te dijeron eso. Te dicen que vayas a la sala de emergencias si es que empiezas a sangrar mucho, o te dicen que se trata solamente de una masa de células, o “favor de pagar $300 por favor.” Y así comienza la mentira.

Por un tiempo nos sentimos aliviadas. Ya pasó todo y podemos seguir adelante con nuestras vidas. Y ciertamente, seguimos adelante. Entonces, un día algo sucede. Ves a una mujer encinta, niños yendo al colegio, el nacimiento del segundo hijo de tu hermana y ¡Zas! Algo revienta en lo más profundo de tu ser y llena todo tu ser. Es a causa de ese momento de la separación, el momento que nos lo quitaron. El horror nos llena, el terror se apodera de nosotras. Queremos contárselo a alguien. Tratamos de contárselo a alguien.

Tratamos de comprender las respuestas que recibimos. “No hiciste nada malo,” “No era un bebé realmente,” “Quizás necesitas medicina anti-depresión,” “Mi hermana tuvo un aborto la semana pasada y ella está bien,” “Quizás estás loca.”

…Para mí, el retiro del Viñedo de Raquel fue una gran oportunidad para hacer conexión con otras mujeres… Luché con la idea de ir al retiro. Bien que me dijeron lo que necesitaba oír para motivarme a ir. No tenía idea qué esperar. Solamente sentí alivio al poder hablar de algo sobre lo cual no había sentido la libertad de mencionar nunca…. El lugar me inspiró. La presencia de Dios estaba ciertamente allí. La comida fue deliciosa, aunque nos fue difícil comer para muchas de nosotras.

Queríamos ser sanadas. Queríamos ir más allá. Queríamos deshacer lo que habíamos hecho hace tantos años. Nunca podríamos deshacer esa catástrofe, pero sí podríamos ser sanadas, y podríamos ir más allá… nuestro sacerdote era genial… Nos llevó más allá de las lágrimas hacia la vida y la sanación.

No puedo ni comenzar a contaros todo lo que hicimos ese fin de semana para recibir la sanación … siempre me acordaré del alivio total y la posibilidad de ser quien soy realmente, en un ambiente de apoyo y de entendimiento común. Para mí, el Viñedo de Raquel fue “El Sitio para Sanarse.”
— Diana
A MI PRECIOSO PEQUEÑO

Si solamente hubiera sabido entonces lo que hoy sé

Nunca te hubiera soltado, o quitado la vida

Pensé que sería mejor para ti cuando tomé ese camino

Después de veinte años mucho he aprendido, y Dios sabe

La pena que mora en mi alma y que nunca me deja

¡Oh! Como quisiera haber tenido fuerza, y estar contigo hoy.



A través de todo este dolor y angustia, por fin veo la luz de Dios

Él te ha estado cuidando mientras yo he sufrido estas penas

Le he rezado cada día para que me perdone este pecado tan grave

Y habiendo oído mi plegaria diaria, tu alma para mi Él guarda

Llegó ahora el momento de finalmente tener a mi bebé perdido, cerca

Para decirte que te quiero tanto, y después, devolverte al cuidado de Él.



Quisiera haber tenido la fuerza de haber hecho una mejor decisión

Quisiera haber tenido la fe de oír mi propia voz interior

Te pido perdón a ti, como se lo he pedido al Señor

A través de Su perfecta misericordia, Él ha llenado mi corazón de amor

Por favor sé, mi pequeño bebé, que todo mi amor y esperanzas permanecen

Contigo mi precioso, hasta que seamos reunidos otra vez.



Con amor,
Mami